Supongo que la felicidad es como una mariposa (no, enserio, bromas a parte). Cuanto más tratas de alcanzarla, más te eludirá, escapará... Sin embargo, cuando dejas las cosas estar, en el punto de inflexión entre seguir y rendirte, la mariposa aparece justo delante de tus ojos, esperando para que la cojas.
¿Qué hay de malo en seguir viviendo aunque no tengas ganas de hacerlo? .... ¿Qué hay de malo en no querer soñar aunque estés durmiendo durante 24 horas seguidas?...¿ Qué hay de malo en no aprovechar los días de lluvia para salir a la calle y sentirte algo más viva al notar las gotas heladas y el viento frío?...¿Qué hay de malo en no querer escuchar más que una canción que hace tiempo se convirtió en la canción de tu vida?...¿Qué hay de malo en ser dependiente de una persona que te calma o de algo que te libera de la angustia?...¿Qué hay de malo en querer respirar más fuerte aunque tus pulmones no sean capaces de realizar esfuerzos?...¿Qué hay de malo en confiar demasiado aunque después tu rostro sufra un portazo, si al fin y al cabo es un portazo más y es tu rostro y no el de otra persona? ...¿Qué hay de malo en despertar y darte cuenta que no quieres salir aunque afuera el termómetro marque 31º? ¿Qué hay de malo en aferrarte a cualquier cosa para poder sobrevivir? ¿Qué hay de malo en ser tú misma y dejar de lado las etiquetas que los demás compraron y te colgaron?...¿Qué hay de malo en inventarse un cuento y escribirlo con la pluma más preciosa pensando que podría ser el cuento que defina tu historia?...¿Qué hay de malo en esperar si haciéndolo tu corazón sigue respondiendo?...¿Qué hay de malo en escribir preguntas aunque no encuentres las respuestas?...¿Qué hay de malo en llorar delante de alguien si sólo quieres desprenderte de una tristeza que ha nacido en ti porque alguien te la ha provocado?...¿Qué hay de malo en pensar qué estarás viviendo dentro de 8 años, si es ahora cuando quieres imaginar esa imagen de dentro de 8 años? ...¿Qué hay de malo en perseguir un sueño y tirar otro a la basura?...
Creo que no hay nada de malo en todo esto. Porque cada cosa la sentimos nuestra, y si sentimos, ya debe significar algo.
Capitalismo salvaje, políticos que te mienten, gobierno que te quita el futuro y luego trata de venderte un Porsche, anorexia como ideal físico, opresión, billetes morados como única aspiración en la vida, familias que se separan, paro y desamparo, niñas que crecen con Patito Feo, ancianos en residencias, enfermedades, egoísmo.
En este gran teatro español lo que vemos es el fútbol y, lo que escondemos, no lo queremos ver...
Pero estamos despertando, y yo brindo por todos aquellos que saben la realidad que tienen delante y saben decir "aquí estoy yo".
Pues bien, aquí estoy yo, yo no soy un títere, con eso tengo suficiente.
POR TODOS AQUELLOS QUE NO SE RINDIERON, QUE HICIERON TONTERÍAS EN MEDIO DE LA CALLE SIN IMPORTAR LO QUE DIJERAN LOS DEMÁS, POR LOS QUE TOMARON DECISIONES EQUIVOCADAS, LOS QUE QUERÍAN SER DIFERENTES. LOS QUE SUPIERON HACERLO BIEN.
Como las manifestaciones de la locura son muy variadas, se pueden considerar síntomas de diversos estados. En cada caso, el afectado muestra una conducta que se aparta de la normalidad de una forma determinada. Por eso, los afectados quedan desplazados de su entorno social. Frecuentemente se manifiesta como una pérdida de control, en la que los sentimientos se muestran desinhibidamente. La conducta se desplaza fuera de lo racional y las consecuencias de los propios actos no se tienen en cuenta. Los actos pueden ser objetivamente absurdos e inútiles. La diferencia entre lo real y lo irreal puede desaparecer, viéndose perturbada la percepción de la realidad. Se pueden encontrar en la mitología griega ejemplos de consecuencias catastróficas de la locura: Heracles mata a sus hijos; Ayax el grande masacró un rebaño de ovejas al confundirlo con los líderes aqueos tras una disputa con Odiseo; el rey Licurgio de Tracia confundió a su hijo con una hiedra, símbolo de Dionisio, cuyo culto había prohibido, matándolo, y Medea mató a sus hijos. Las características perceptibles de la locura abarcan un área amplia entre la actividad frenética y la catatonia. De un lado están los maniacos; en el otro los depresivos y los apáticos. A menudo se dan disfunciones en las capacidades comunicativas, que pueden disminuir la inteligibilidad del discurso y pueden parecerse al habla de un niño pequeño: repetición de porciones de frases, reduplicación, hablar con simples, onomatopeyas o cantar canciones infantiles.